"El ejemplo de la nariz de payaso"
La pregunta planteada es: ¿El actor siente miedo o vergüenza sobre el escenario?
Situémonos en un teatro repleto de
público, con un escenario vacío en espera de la acción. Al
escenario sube un actor cuya única distinción es que lleva una
redonda y roja nariz de payaso.
La reacción básica que cabría
esperar por parte del público es la risa; la imagen del actor con
nariz de payaso es algo grotesco, inusual, una distinción cómica
que expone al actor al juicio por parte del público y a la burla
general. Lo normal sería que el actor "payaseado" se
sienta por tanto expuesto y juzgado, y que cometiera el error
escénico de sentir vergüenza.
Pero avancemos en la acción, por que
¿que ocurriría si el actor, bajara del escenario, atravesase la
cuarta pared, y quitándose la nariz de payaso se la colocara a
alguien de entre el público?. La situación en principio sigue
siendo la misma; una persona con nariz de payaso es juzgada
visualmente por el resto de la concurrencia provocando burla e
hilaridad general.
La Marilú con nariz de payaso |
¿Pero es la misma situación
realmente?, mientras el actor que ha bajado del escenario ha
decidido, más o menos voluntariamente, colocarse la nariz de payaso
al inicio del espectáculo, nuestro sorprendido espectador no ha
tenido ningún margen de decisión en cuanto a que dicha nariz le
fuera colocada, ésta decisión ha sito tomada únicamente por el
actor.
Este es un momento clave en nuestra
situación imaginaria, ya que desde el momento en el que el actor
decide "actuar" sobre la nariz de payaso, ninguno de los
espectadores volverá a sentirse relajado e inactivo, ya que saben
que en cualquier momento les puede tocar a ellos llevar la nariz,
centrándose en ellos la atención sin que puedan tener al respecto
ningún tipo de control. Sigue habiendo risas, por supuesto, pero es
una risa nerviosa provocada por el miedo a la exposición propia al
ridículo.
Nuestro actor sigue en todo momento
teniendo el control de la nariz de payaso, pues aunque no la lleve en
la cara, es su dueño circunstancial. Y puede ponérsela o
quitársela, a sí mismo o a cualquier espectador que desee. El actor
ya no es entonces un ser expuesto juzgado por el público, sino que
es ese público y sus emociones el que esta expuesto a los caprichos
del actor.
La nariz de payaso, roja y redonda, se
convierte en un foco de atención que el público ya nunca perderá
de vista, un foco de seducción amenazante que expone las propias
emociones y las deja completamente al servicio del artista al que va
dirigido.
El foco de atención
Marilú Casas
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