domingo, 4 de marzo de 2012

El actor sobre el escenario



"El ejemplo de la nariz de payaso"


La pregunta planteada es: ¿El actor siente miedo o vergüenza sobre el escenario?

Situémonos en un teatro repleto de público, con un escenario vacío en espera de la acción. Al escenario sube un actor cuya única distinción es que lleva una redonda y roja nariz de payaso.

La reacción básica que cabría esperar por parte del público es la risa; la imagen del actor con nariz de payaso es algo grotesco, inusual, una distinción cómica que expone al actor al juicio por parte del público y a la burla general. Lo normal sería que el actor "payaseado" se sienta por tanto expuesto y juzgado, y que cometiera el error escénico de sentir vergüenza.

Pero avancemos en la acción, por que ¿que ocurriría si el actor, bajara del escenario, atravesase la cuarta pared, y quitándose la nariz de payaso se la colocara a alguien de entre el público?. La situación en principio sigue siendo la misma; una persona con nariz de payaso es juzgada visualmente por el resto de la concurrencia provocando burla e hilaridad general.



La Marilú con nariz de payaso



¿Pero es la misma situación realmente?, mientras el actor que ha bajado del escenario ha decidido, más o menos voluntariamente, colocarse la nariz de payaso al inicio del espectáculo, nuestro sorprendido espectador no ha tenido ningún margen de decisión en cuanto a que dicha nariz le fuera colocada, ésta decisión ha sito tomada únicamente por el actor.

Este es un momento clave en nuestra situación imaginaria, ya que desde el momento en el que el actor decide "actuar" sobre la nariz de payaso, ninguno de los espectadores volverá a sentirse relajado e inactivo, ya que saben que en cualquier momento les puede tocar a ellos llevar la nariz, centrándose en ellos la atención sin que puedan tener al respecto ningún tipo de control. Sigue habiendo risas, por supuesto, pero es una risa nerviosa provocada por el miedo a la exposición propia al ridículo.

Nuestro actor sigue en todo momento teniendo el control de la nariz de payaso, pues aunque no la lleve en la cara, es su dueño circunstancial. Y puede ponérsela o quitársela, a sí mismo o a cualquier espectador que desee. El actor ya no es entonces un ser expuesto juzgado por el público, sino que es ese público y sus emociones el que esta expuesto a los caprichos del actor.

La nariz de payaso, roja y redonda, se convierte en un foco de atención que el público ya nunca perderá de vista, un foco de seducción amenazante que expone las propias emociones y las deja completamente al servicio del artista al que va dirigido.

  








El foco de atención 
Marilú Casas

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